Cuando este par de amigos me enseñaron su proyecto, yo me quede parada mirándolo y en pocos segundos lo supe, allí estábamos los dos en esas imágenes, mi hijo y yo, abrazados, compartiendo esos momentos de incertidumbre, rabia y tristeza que se siente, cuando te pisa los talones la enfermedad, en ese pequeño rincón del juicio final, yo sentí la fuerza del abrazo de mi hijo, que solo quería oír palabras de consuelo y que todo va a estar bien, también sentí la protección de mi brazo sujetándolo, mi cuerpo cansado, pero erguido, mostrando con orgullo mis pechos, con la mirada hacia arriba, siempre, y manteniendo esa lucha interior de no volver a perder nunca la fé, nunca.
Lali.